Después de mi última expedición que hice a Yucatán, (tierra maya) con los senadores de Rosa Cuántica, dentro de los procesos que hicimos para la tierra en los lugares sagrados, recibí ese nombre como mi nombre sagrado.

A partir de ese momento la presencia de la Madre Cósmica, representada en María Guadalupe Tonanzin, ha estado conmigo en todos los procesos de sanación para mi y otras personas.

La Madre Tonantzin a estado abriendo la rosa de mi corazón a expandirse cada día más para trabajar en comunión con los 6 elementos, con los siete rumbos, con mi esencia divina y con mis guías espirituales para el mayor bien de cada uno, de acuerdo al plan divino para la humanidad.

Lo más grande que puede vivir el ser humano es despertar al pleno amor que hay en su corazón y ver como el mundo lo contiene todo con sus propios ojos, para palparlo con en su piel. Es mi intención invisible, que cuando veas esta palabra evoque en ti al amor de tu corazón.